Después de muchos escalones —y cuando digo muchos, me refiero a más de 500— llegué a uno de los lugares más mágicos que visité en Vietnam: la cima del mirador de Hang Múa, en Ninh Bình.
El día estaba nublado, el cielo gris, y una humedad que me acompañaba como si fuera parte del paisaje. Pero nada de eso opacó lo que estaba a punto de ver. Desde ahí arriba, la vista era sencillamente imponente. A mis pies se desplegaba un valle verde profundo, montañas cubiertas de selva que parecen esculpidas por el tiempo, y un río que serpentea entre los arrozales como una cinta de seda.
Subir no fue fácil. Las piernas ardían, el sudor bajaba por mi espalda, y cada escalón parecía no tener fin. Pero cuando llegás arriba y te sentás en una roca —como yo lo hice, feliz y sin aliento—, te das cuenta de que valió cada paso.

Este lugar no solo te regala una vista de postal. Te hace sentir parte de algo más grande, más sereno. Un silencio poderoso te envuelve, y aunque haya otros viajeros alrededor, por un momento, todo se detiene.
Hang Múa, también conocida como la “cueva de la danza”, está a unos minutos de Tam Cốc. Recomiendo llegar temprano en la mañana o al atardecer, con agua, calzado cómodo… y el corazón dispuesto a latir fuerte.

Porque si algo aprendí ese día, es que las vistas más hermosas se ganan con esfuerzo, y eso las hace aún más inolvidables.
Mirá, yo no sabía si estaba en una película, en un sueño, o en una especie de feria flotante. Pero ahí estaban ellas: mujeres remando con los pies, vendiendo flores de loto, snacks, gaseosas… y hasta sonrisas.
Sí, leíste bien: ¡con los pies! Mientras yo apenas podía mantener el equilibrio en la barca, ellas avanzaban como si estuvieran tomando mate en la vereda. Tranquilas, firmes, elegantes. Increíbles.
¿Por qué en Vietnam reman con los pies? (Sí, leíste bien: ¡con los pies!)
Cuando vi por primera vez a una mujer remando con los pies en Tam Coc, no lo podía creer. Pensé que estaba haciendo yoga acuático nivel experto. Pero no, ¡era su forma real de remar! Y lo hacía con una tranquilidad y una técnica tan perfecta que parecía haber nacido sobre el bote.
Resulta que esta técnica no es un capricho ni una excentricidad. Tiene su razón de ser, y como todo en Vietnam, tiene que ver con adaptación, ingenio… y cansancio.
Los paseos en bote duran horas bajo el sol, usar las manos para remar puede ser agotador. Así que los remeros —en su mayoría mujeres— desarrollaron una técnica donde usan las piernas para empujar los remos, dejando las manos libres para descansar, atender a los turistas o incluso… ¡responder mensajes de texto!
Pero además de práctico, también es cultural. Esta forma de remar se ha pasado de generación en generación. Y no es tan fácil como parece: ¡hay que tener coordinación, fuerza en las piernas y equilibrio!
Así que sí, en Vietnam reman con los pies, y lo hacen con estilo, historia y mucha práctica. Una prueba más de que en este país, todo se puede hacer… de otra manera.
La foto es un caos, lo sé. Borrosa, torcida, y con bolsas amarillas de fondo. Pero yo estaba ahí, y fue tan auténtico que no necesitaba más. A veces la vida es eso: un clic rápido, un momento que te descoloca… y chau. Ya pasó.

Reservá el tour a Hang Múa y Tam Coc acá — te juro que es uno de esos paseos que se te quedan en la piel.
Y si estás buscando dónde quedarte en Hanoi, te súper recomiendo:
Hanoi City Backpackers Hostel — cómodo, bien ubicado y con ese encanto local que hace que te den ganas de quedarte más días.
Equipaje inteligente para mujeres que se animan a recorrer Asia.