Bueno, agarré mi motito alquilada —en lo que fue oficialmente mi momento virgen en dos ruedas— y me lancé a la aventura rumbo a uno de los lugares más alucinantes de Bali: el Templo de Uluwatu. (te recomiendo este tour fantástico que fui .)

(Y sí, fui con más entusiasmo que equilibrio, pero sobreviví).
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Llegar es toda una experiencia. Vas por unos caminitos de tierra, al costado de unos acantilados gigantes, con el mar rompiendo abajo y una brisa que parece que te va a llevar volando…
Y de repente estás ahí: frente a ese paisaje tremendo de flores fucsias, acantilado infinito y un templo sagrado colgado del borde del mundo. Literal. Lo que ves en la primera foto.

En la entrada, lo primero que me llamó la atención fueron unos muñequitos de piedra con cara de pocos amigos que estaban al costado de las escaleras. Y lo más loco: ¡tenían puestita una especie de faldita a cuadros!
Yo pensé: “¿Qué onda? ¿Están vestidos para una ceremonia?”
Y bueno, investigué un poco y te cuento: esas estatuas se llaman Dwarapala, y son como guardianes espirituales que protegen el templo. La tela a cuadros que llevan (blanca y negra) se llama poleng, y representa el equilibrio entre el bien y el mal, la dualidad, el balance de energías. En Bali TODO tiene un simbolismo, y eso me fascina.
Mientras yo estaba en modo reflexivo sacando fotos y admirando el lugar, empezó el show de los monos.
Sí, el templo de Uluwatu está lleno de monitos atrevidos que andan sueltos como si fueran los dueños del lugar.
Y no es que están ahí como decoración… ¡roban!

Te lo juro. Estaba caminando y veo una mujer que va tranquila, y de repente un mono salta y le afana la hojota del pie.
¡SE LA SACÓ MIENTRAS CAMINABA!
Y yo como: “¿Qué acaba de pasar?”
La mujer se quedó descalza, y el mono, chocho, se fue con la sandalia como si fuera un trofeo.
Así que sí: ojo con los celulares, las carteras y las ojotas, porque acá los monitos no discriminan.
Son graciosísimos… mientras no te toque a vos.
Pero fuera de eso, el lugar es impresionante. El templo en sí está dedicado a Rudra, una de las manifestaciones del dios hindú Shiva. Es uno de los seis templos más importantes de Bali y está ubicado justo al borde del acantilado, a unos 70 metros sobre el mar.
Ver el atardecer desde ahí es una locura.
Y si justo hay ceremonia, como la que vi yo ese día (foto dos), el ambiente se vuelve mágico.
Así que nada… ese fue mi día:
Mi primer viaje en moto sin GPS ni idea.
Templo colgando del cielo.
Estatuas con faldita que protegen la energía.
Monos con tendencias criminales.
Y yo, feliz como una lombriz, sobreviviendo y riéndome sola de todo.
Si sentís ese llamado a salir de la zona conocida y dejarte sorprender por lo inesperado, te dejo acá el (¡recomendadísimo!) y el lugar donde me alojé:
Ceria House Ungasan Uluwatu, un rincón tranquilo y perfecto para recargar energías.o te recomiendo estos alojamientos por la zona mejor puntuados
Por si querés empezar a trazar tu propio camino, como lo hice yo.
