Agarré mi bici y me lancé a una nueva aventura. Esta vez, el destino era la Cueva del Elefante, o como los locales la llaman Goa Gajah. Llegué con curiosidad, sin saber muy bien qué esperar, pero con la sensación de que algo místico me esperaba allí. O al menos, algo interesante.

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Al principio, todo parecía normal, con su entrada custodiada por unas piedras grandes, pero nada me había preparado para lo que vi dentro. La famosa cueva, que en principio pensaba que me iba a llevar a algún tipo de guarida secreta, resultó ser mucho más… espiritual, por decirlo de alguna forma. La boca de piedra es imponente, con esos ojos tallados en piedra que te miran como si te estuvieran evaluando. ¿Quién podría no sentirse un poco pequeño al entrar allí? En el interior, lo que más me sorprendió fue encontrarme con Ganesha, el dios hindú de cabeza de elefante.

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Ganesha está ahí, rodeado de silencio y misterio, en una pequeña habitación oscura. Su presencia es tranquila, pero también imponente. Como si de repente, estuvieras en un lugar donde el tiempo se detiene. Ganesha, que según me contaron, es el dios que remueve obstáculos (ideal para los viajeros como yo), tiene una sonrisa casi cómplice, como diciendo “te puedo ayudar, pero solo si realmente lo necesitas”. Yo le sonreí y pensé: “Ok, ojalá puedas ayudarme a no perderme en Bali”.

Mientras caminaba por el templo, de repente me encontré con un hombre balinés que se había acomodado sobre unas raíces de un árbol gigante. La escena era tan impresionante que sentí que estaba viendo una obra de arte viviente. Su postura, la tranquilidad con la que estaba allí, todo el contexto: un hombre local, en armonía con la naturaleza, con una paz que solo se encuentra en estos rincones del mundo. Fue como si el árbol y él fueran una extensión del mismo ser, un símbolo de lo que es la vida en Bali: calma, conexión y respeto.

Pero lo que de verdad me impresionó de este lugar no fue solo la cueva ni la estatua de Ganesha. Lo que realmente me dejó boquiabierta fueron esas piedras apiladas que estaban por toda la zona. Era como si las piedras se hubieran colocado solas a lo largo de los siglos, formando una especie de laberinto de bloques enormes que parecían haber caído del cielo. Algunas dicen que son restos de templos antiguos, otras que son lugares sagrados de meditación. Yo solo las miraba y pensaba, “¿qué historias tienen estas piedras?”. Me sentía como si estuviera en un lugar lleno de secretos, con las piedras observándome, esperando a ver si yo era digna de descubrirlos.

Lo más impresionante de todo es que esas piedras no estaban solo alineadas de cualquier manera. Estaban en grupos, apiladas de una forma que parece que no podían caer por más que las sacudieras. Las piedras, al igual que el templo mismo, parecen tener un poder que desafía el tiempo y el espacio, como si todo ahí estuviera marcado por algo mucho más grande que yo. Casi podía imaginarme las generaciones de personas que han caminado por esos mismos senderos, sintiendo lo mismo, mirando esas mismas piedras. Fue un momento en el que sentí que el lugar me hablaba, aunque claro, en su propio idioma místico que no entendí.

El templo está rodeado por una vegetación tan densa que parece una jungla secreta. Hay elefantes de piedra cubiertos con guirnaldas de flores, como si estuvieran siempre en una fiesta religiosa, y las estatuas de los pequeños guardianes con sus vestiditos (porque en Bali parece que hasta las estatuas tienen estilo). Todo tiene ese toque “místico”, con agua fluyendo por fuentes sagradas y una sensación de paz que no puedo describir con palabras. La verdad, me quedé un rato observando, pensando que probablemente nunca entendería del todo este lugar, pero que de alguna manera, estaba siendo parte de su historia, aunque solo fuera por un rato.


Recomiendo este tour a la Cueva del Elefante con los ojos cerrados (bueno, abrilos para no perderte nada ).

Es un lugar que te va a dejar sin palabras, pero lleno de sensaciones.

Y para que la experiencia fuera perfecta, esa noche me alojé en Wayan Guest House, un lugar tranquilo y auténtico que le sumó magia al final del día.

Te dejo los datos por si querés seguir este camino místico… o al menos, vivir tu propia versión.

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