Ese día en Bali arrancó con esa sensación linda de quiero salir a ver qué me regala el mundo. Así que con la chilena —compañera de ruta de esos días— alquilamos unas bicis y salimos rumbo a Tirta Gangga, un lugar del que me habían hablado pero que no tenía muy claro de qué se trataba. ¿El patio del rey? ¿Un palacio de agua? ¿Un spa ancestral? Algo así…
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La pedaleada fue hermosa. Pasamos por arrozales que parecían sacados de un cuadro, todo muy verde y húmedo, como si la selva respirara alrededor nuestro. Eso sí: llegamos transpiradas como si hubiéramos corrido una maratón tropical, pero con una sonrisa pegada en la cara.
Y ahí estaba: Tirta Gangga, que en balinés significa “agua del Ganges”. Fue construido en 1946 por el último rey de Karangasem, Anak Agung Anglurah Ketut Karangasem. El lugar era su sitio de descanso, un espacio sagrado para relajarse, meditar y rendir culto al agua, que en la tradición balinesa es un símbolo de purificación.
El jardín es una mezcla perfecta entre lo real y lo mágico: estanques simétricos, esculturas de dioses y guardianes, flores por todos lados y una fuente central donde nadan peces koi gigantes que te reciben como si fueras una de ellos.
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Me acerqué a la orilla con algo de comida para darles y… bueno, lo que empezó siendo una escena tranquila se convirtió en caos koi. En segundos tenía a decenas de peces de colores rodeándome, como si hubieran visto a su diosa del almuerzo. Me reí nerviosa porque, sinceramente, por un momento pensé que iban a saltar encima mío. ¡Eran muchos! Lindos, pero intensos.
Y así fue ese día: andar en bici, cruzar arrozales, llegar a un jardín real sin tener idea de que estaba entrando en un lugar tan sagrado… y terminar compartiendo un momento inolvidable con un ejército de peces glotones.


Mientras recorríamos el lugar, entre los estanques y las esculturas, vi algo que me detuvo en seco: una parejita balinesa vestida de gala. Ella con un vestido rojo intenso, lleno de bordados dorados, y él con una túnica tradicional impecable. Parecían salidos de una escena de película, pero estaban ahí, reales, frente a nosotros.

Estaban sacándose fotos, probablemente para su boda o una ceremonia importante. Había algo en su forma de mirarse —tan simple, tan genuino— que me quedé quieta un rato, solo observando. En medio del jardín del rey, rodeados de peces, agua y flores, ellos eran la escena más linda del día.
Lo que más me gustó no fue solo la belleza del lugar, sino esa sensación de estar en un sitio que fue importante para alguien hace casi 80 años, y que hoy sigue vivo, respirando, lleno de energía, agua y vida.
Experiencia en Tirta Gangga – Tour en español y alojamiento encantador en Ubud
Si estás planeando un viaje a Bali, el tour a Tirta Gangga es una experiencia que no te podés perder. El lugar es mágico, lleno de historia, fuentes sagradas y paisajes que parecen sacados de un cuento. Pero lo que realmente hizo la diferencia fue el guía en español: súper atento, amable y con explicaciones que te conectan con la cultura balinesa de una forma única.
Después del tour, me alojé en Villa White Jasmine Ubud, un lugar simplemente hermoso. Tranquilo, rodeado de verde, con detalles cuidados y una energía que te hace sentir en casa.