Yo estaba felizmente en Ubud, con mis días entre arrozales, templos y jugos de frutas que no sabía que existían. Pero había algo que me rondaba la cabeza desde hacía tiempo: las Islas Gili. Siempre había querido ir, pero no sé, me daba cosa. ¿Una isla? ¿Y si me quedaba varada ahí para siempre? (spoiler: después no quería volver).

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Y ahí es cuando aparece ella, la chilena. Nos conocimos de esas formas que sólo pueden pasar cuando estás viajando y la vida te cruza con personas clave. Estábamos hablando, compartiendo destinos y sueños viajeros, y en un momento me dice:
¿Y si vamos a las Islas Gili?
¡Noooo! ¡Justo eso quería! Pero me daba miedo ir sola…
Vamos juntas, pues.
¡Y así fue! Sin pensarlo dos veces nos mandamos a la aventura.

La lancha rápida (o cómo casi me convierto en espuma del mar)

Tuvimos la brillante, audaz, inconsciente idea de tomarnos una lancha rápida desde Bali a las Islas Gili. Decían que en 20 minutos llegabas. Genial, ¿no? Bueno… salvo por el pequeño detalle de que fue, literalmente, la mayor tortura de todo mi paso por Bali.

¿Viste cuando te metés en un lavarropas y apretás centrifugar? Bueno, eso, pero con agua salada, olas por la ventana, y un movimiento que te sacudía el alma. La lancha subía, bajaba, se inclinaba, y yo pensaba: “bueno, ya está, este fue mi último viaje, fue un gusto haber vivido”.

Para colmo, en un momento escuchamos un estruendo. ¿Qué era? ¡Valijas volando! Se habían caído algunas y la gente gritaba. Yo me aferraba al asiento, cerraba los ojos y rezaba, pero también me reía. Porque ¿quién me manda a meterme en esto?

Al final, después de lo que para mí fueron 2 horas (pero probablemente fueron 20 minutos, ponele), llegamos. ¡Islas Gili, allá vamos!

Tres islas, tres estilos: ¿cuál elegís vos?

Las Gili no son una, son tres. Y cada una tiene su personalidad como si fueran hermanas muy distintas:

  • Gili Trawangan: conocida como la isla de la fiesta. Acá se viene a bailar, tomar algo en la playa y dejarte llevar.
  • Gili Meno: la isla del amor, de los mieleros, como les digo yo. Ideal si venís en plan romanticón, de luna de miel o simplemente a aislarte del mundo.
  • Gili Air: la tranquila, la zen, la de los hippies buena onda y los atardeceres soñados. (Nosotras fuimos a esta última).

Sin motores, pero con alma

Una de las cosas más mágicas de las Gili es que no hay autos ni motos. Nada. Cero ruido de motores. Todo es a pura tracción a sangre. Podés alquilar una bicicleta, como hice yo, o subirte a unos carritos hermosos tirados por caballos chiquitos (aunque pobres, algunos parecían medio cansaditos, así que yo me fui en bici mejor).

En un día podés recorrer toda la isla pedaleando. Vas bordeando playas cristalinas, palmeritas, barcitos rústicos, y cada tanto algún local saludándote con una sonrisa gigante. La tranquilidad que se respira no tiene precio.

Mi casita en el árbol (sí, como en los cuentos)

Y como si no fuera suficiente belleza, decidí cumplir un mini sueño viajero: dormí en una casita arriba de un árbol. Sí, como lo leés. Subías por una escalerita y estabas ahí, en tu nidito de madera, con vistas al cielo, al mar y a la nada. Una paz.

Pero lo mejor de todo fue el baño al aire libre. No sé cómo explicarte lo feliz que fui bañándome ahí, rodeada de cañas de bambú, con la brisa pegándome en la cara y el cielo estrellado sobre mí. Fue como estar en una postal. O en un spa de lujo, pero mucho más auténtico.

Un viaje que se grabó en mí

Esa combinación de miedo, emoción, risas, nuevas amistades y paisajes que te dejan sin palabras es lo que hace que estos viajes sean inolvidables. De Ubud al mar, pasando por el susto de mi vida en lancha, terminé en uno de los lugares más lindos que conocí hasta ahora.

Y sí, como toda buena historia, al final dije: nunca más una lancha rápida. Ya veremos si cumplo.



Dormí donde yo dormí en Gili Air (y hacé este tour que no te podés perder)

Si vas a las Islas Gili, especialmente a Gili Meno, te recomiendo 100% el lugar donde me quedé:

🏡 The Rabbit Tree Hostel – Un hostel diferente, artístico y lleno de detalles únicos.
Dormí en una casita en el árbol con baño al aire libre, rodeada de verde y a pasitos de la playa.
El ambiente es relajado, ideal si viajás sola, y tiene actividades todos los días para conectar con otros viajeros.
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Tour recomendado en Gili Air: Snorkel entre tortugas y estatuas submarinas
Desde la isla podés hacer un tour en barco que recorre las tres islas Gili. Vas parando para hacer snorkel en distintos puntos, y uno de los momentos más mágicos es cuando nadás entre tortugas marinas o frente a las estatuas sumergidas de Gili Meno, que parecen sacadas de un sueño.
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Equipaje inteligente para mujeres que se animan a recorrer Asia.

Con estos enlaces me ayudás a seguir viajando y contando historias reales, sin que te cueste un peso extra. ¡Gracias por bancar el viaje!


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