Sigo explorando Bali con la alegría de una nena en una juguetería mágica. Hoy fue un día de esos que se te quedan tatuados en la memoria.
Anduve en moto por arrozales eternos, selvas llenas de misterio y caminos que parecían sacados de una película. De hecho, me sentía dentro de Comer, Rezar, Amar. Esa peli la vi hace años, soñando con esos paisajes, y ahora estar acá, viéndolos con mis propios ojos… no lo podía creer. ¡Era igual! Verde por todos lados, flores cayendo de los árboles, templos escondidos entre las plantas. Una locura hermosa.
Mirá los mejores tours y alojamientos en Bali para Mujeres.



Y como soy yo, siempre con un toque de aventura caótica, no podía faltar la anécdota: cuando fui a alquilar la moto, le pregunté al chico:
— “¿Me podés dar un casco?”
Y me contesta, con toda la naturalidad del mundo:
— “Ah no, acá casco no damos.”
— “¿Pero puedo alquilar uno?”
— “No, no. Fijate en la estación. Siempre hay alguno tirado por ahí, de los que dejan otros.”
¡Y así es Bali! Todo se maneja como viene, con una confianza colectiva que te deja descolocada… y enamorada. Nadie roba. Nadie desconfía. Nadie corre. Se vive en un ritmo distinto.
Un guía con el que compartí una charla de coco me dijo algo que me quedó grabado:
“Nunca vas a tener que estar asustada en Bali. Porque creemos en el karma. Si a un turista le pasa algo, todos nos ocupamos de que no vuelva a pasar. Porque lo que das, vuelve.”


Y yo, que a veces cargo con miedos de más, me sentí tan contenida… tan segura en un lugar tan distinto, que se me aflojaron todas las defensas. Los balineses son de otro planeta. Amables, dulces, conectados con algo más grande. Tienen una calma que no es quietud, sino sabiduría. Me volaron la cabeza.
No sé si es el aire, la fe, la forma de vivir… pero este lugar me está transformando.
En una de esas calles me crucé con una señora mayor, de mirada dulce, que me habló de las ofrendas que hace cada día.
Con sus manos arrugadas preparaba con paciencia una pequeña canastita hecha con hojas, y la llenaba con pétalos de rosa, caramelos y moneditas. Me explicó que lo hace para atraer buenos augurios y trabajo para toda su familia. Y, como si eso fuera poco, me dejó una ofrenda frente a mi puerta. Me emocioné. Esas cosas simples, pero llenas de significado, te matan de amor. No lo podía creer.


¿Querés vivir una experiencia auténtica en Bali como la que viví yo?
Te recomiendo este tour por Uluwatu que me encantó: bien organizado, mágico y lleno de detalles que te quedan grabados para siempre.
Reservá el tour en Uluwatu que hice
Y si vas a dormir por la zona, Ceria House Ungasan fue el hospedaje perfecto: tranquilo, bien ubicado y con buena energía.
Mirá Ceria House en Booking
Equipaje inteligente para mujeres que se animan a recorrer Asia.