Recién llegada a Hanói, entre el calor, el jetlag y el caos de las motos que te pasan rozando, decidí hacer lo más lógico: meterme a visitar una prisión colonial Hỏa Lò.
Se llama Hoa Lo, pero los estadounidenses la apodaron el “Hanoi Hilton” (spoiler: de Hilton no tiene ni el jabón).
Apenas entré y vi esa sala enorme con todos los muñecos de prisioneros encadenados de los pies y sentados mirándose de frente, me quedé congelada. Tipo:


“¿Esto es un museo o una escena de película de miedo basada en hechos reales?”
Fue impactante, porque parecía que te estaban mirando de verdad. Y en parte, creo que sí.
Después caminé por calabozos individuales, puertas de hierro, salas oscuras… y ya empecé a caminar más rápido. Me dio miedito, sí, pero también mucha bronca y admiración. Todo lo que vivió esa gente por soñar con un país libre.

Esta prisión fue construida por los franceses para encerrar a los vietnamitas que eran revolucionarios. Años después, se usó para prisioneros estadounidenses durante la Guerra de Vietnam. Un mismo lugar con capas y capas de historia.
Salí de ahí con el corazón apretado, pero también con más conciencia. Porque viajar también es esto: ir a los lugares incómodos. Caminar por historias que no son tuyas, pero que te mueven igual.
A veces, hasta en el lugar más oscuro se enciende una luz de memoria. Y eso también es viajar: dejar que algo se te quede adentro, aunque no sepas explicarlo del todo.
¿Querés recorrer este lugar histórico como lo hice yo?
Si estás en Hanói y querés vivir una experiencia que va más allá de lo turístico, te recomiendo hacer el mismo tour a la prisión Hỏa Lò.
Ver tour a la prisión Hỏa Lò – con guía y contexto histórico que te hace ver todo con otros ojos
Y si buscás un hospedaje bien ubicado, económico y con buena atención, yo me quedé en Hanoi Traveller House.
Un lugar perfecto para moverse caminando por la ciudad, con personal súper amable y habitaciones cómodas.
Equipaje inteligente para mujeres que se animan a recorrer Asia.
