Bali no es solo playas y masajes. Es un mundo paralelo donde los dioses, los monos y el arroz conviven como si fuera lo más normal del planeta. Acá te dejo las cosas que más me sorprendieron, entre templos, ofrendas y algún que otro intento de robo… de monos, claro.
1. Hay más templos que casas
No exagero: hay más de 20.000 templos en toda la isla. Cada familia tiene uno, y los más fanáticos tienen varios. Así que si ves a alguien haciendo una ceremonia en la vereda mientras vos buscás un lugar para tomar café, seguí caminando tranquila: es parte del paisaje.
2. Las ofrendas están por todos lados
Las canang sari son esas cajitas con flores, arroz y galletitas que los balineses dejan todos los días para agradecer a los dioses. Las ponen en templos, negocios, motos, y también en medio de la vereda. Consejo de supervivencia: no las pises, aunque parezca que están “ahí de adorno”. No lo están.
3. Los monos mandan
En la Monkey Forest de Ubud, los monos hacen lo que quieren. Roban anteojos, gorras y celulares con una coordinación que ni los de Ocean’s Eleven. Si te miran fijo, no es cariño: están eligiendo su próximo objetivo. Lo digo por experiencia.


4. No toques la cabeza de nadie
En Bali, la cabeza es la parte más sagrada del cuerpo. Así que si ves un nene adorable, no le revolotees el pelo como si fuera tu sobrino: para ellos es una falta de respeto. Sonríe y saluda, pero sin contacto capilar.
5. Las ceremonias no se terminan más
Una boda o una ceremonia religiosa puede durar días. Sí, días. Música, flores, incienso, desfiles, trajes impecables y calor del tipo “sauna tropical”. Y ellos tan felices, bailando como si no hubiera humedad del 90%. Admirable.
6. Los animales son más respetados que los humanos
Las vacas cruzan las calles sin mirar, los perros duermen en las puertas de los templos y nadie los molesta. Dicen que muchos son almas reencarnadas. Así que si un perro te sigue varios metros, no te asustes: quizá solo te está cuidando en su nueva vida.
7. La muerte se celebra
En Bali, una cremación no es un evento triste. Es una fiesta. Hay música, flores, desfiles, comida… y una energía increíble. Celebran que el alma se libera del cuerpo. Mientras tanto, uno como turista trata de entender cómo pueden estar tan felices y terminás aplaudiendo también.
Hago un paréntesis
Antes de seguir con la historia: si querés resolver el alojamiento rápido (sin abrir veinte pestañas), esta es la opción que yo miraría primero. Bien ubicada y con muy buenas valoraciones.
8. El volcán Agung es el jefe
Todo en Bali está orientado hacia el Monte Agung. Las casas, los templos, las oraciones. Si hay un eje espiritual en la isla, es ese volcán. Y sí, cuando lo ves en persona, entendés por qué. Es imponente, como si estuviera vigilando todo desde arriba.
9. Todos se llaman igual
Si conocés a un Wayan, un Made, un Nyoman o un Ketut, no te confundas: no son familia. Son los nombres según el orden de nacimiento.
- Primer hijo: Wayan
- Segundo: Made
- Tercero: Nyoman
- Cuarto: Ketut
Así que si te gusta un Wayan, asegurate de anotar bien el apellido, porque hay varios… miles.
10. El arroz es casi una religión
Las terrazas de arroz son templos verdes. En lugares como Tegalalang o Jatiluwih no solo cultivan: rezan, cantan y agradecen a Dewi Sri, la diosa del arroz. Y uno ahí, intentando sacar una foto sin pisar una plantita sagrada.
Bonus: la magia está en lo simple
Bali te enseña a bajar un cambio. Acá lo sagrado se mezcla con lo cotidiano. Entre el sonido de una moto, un gallo que canta a cualquier hora y el olor a incienso, entendés que la espiritualidad no necesita silencio… necesita presencia.
